LOS PADRES JAENOS AUSENTES EN LA CENA NAVIDEÑA

Por: Pepe Goicochea Tamay


La Navidad es una de las fechas que resume la unión, esperanza y amor familiar, aunque, este año, esta celebración especial para muchas familias ha sido atípica, debido a que se tuvo a grandes y sentidas ausencias como consecuencia de la terrible pandemia del COVID-19, que dejó más de una silla vacía en la cena navideña en Jaén y muchos otros lugares del país y el mundo.

Hasta la fecha se han reportado 369 personas fallecidas por el temido virus en la provincia de Jaén, dentro de los cuales se encuentran jefes de familia, profesionales destacados y ciudadanos notables de esta ciudad, a quienes se les extraña, no solo por su picardía y carisma para celebraciones como la Navidad, sino también porque enseñaron a sus descendientes y amigos valores como solidaridad, unión, perseverancia y fe.

Luego de la cena navideña, nos contactamos telefónicamente con cuatro familias que perdieron a los jefes de hogar en la época más crítica de la pandemia en la provincia de Jaén, para saludarles y darles algunos mensajes de fortaleza y unidad, quienes terminaron contándonos que, a pesar de seguir siendo dura estas ausencias, los recuerdos y gratos momentos vividos con sus seres queridos que partieron al descanso eterno, están siendo más fuertes que pensarlos solo con lágrimas en los ojos.

“Es duro no tenerlos más con nosotros, pero el sentir que nos guían en cada paso que damos, nos empuja a seguir avanzando, tal y como ellos hubieran querido, lograr nuestros anhelos y propósitos y estar siempre unidos toda la familia”, nos comentan.


Jaén milenario

Miguel Ángel Chira Pérez, hijo de Adolfo Chira Jiménez, notable profesor, cantautor y representante de la cultura Bracamoros, nos comenta que la ausencia de su padre fue un hecho devastador en su vida y la de su familia, por lo que nunca aprenderán a vivir sin él, pero es consciente que deben ser fuertes ante la adversidad, como les enseñó su padre, sobre todo con ayuda de la música para sanar sus tristezas y las heridas en sus corazones.

El maestro Adolfo Chira falleció el 1 de agosto en el Hospital General de Jaén, luego de luchar durante dos semanas contra el terrible virus, desolando a sus familiares, amigos y conocidos. Fue ganador de las Palmas Magisteriales por la interpretación de la canción: “Jaén Milenario”, que cuenta la historia de esta tierra y sus grandezas naturales y de su gente.

“Esta es la historia de Jaén, grande como el ande… Entre cerros verdes y montañas, en el valle junto a la quebrada, surgiste pueblito de mi alma, como gran cultura milenaria… Pintados todos de rojo, tus antepasados fueron, unos muy bravos guerreros, hay Jaén de mis abuelos. La Estela y el Monolito, bajo el Corcovado… Encierran tu historia grande, como todo el ande…”, cantaba Adolfo Chira, con una voz muy potente, parecida a los mejores tenores del mundo.

Miguel Ángel, su hijo, recuerda que, en épocas como la Navidad, su padre era la fiesta, la algarabía y cantaba y alegraba cada espacio. “Mi padre nos enseñaba el verdadero espíritu de la Navidad, nos unía como familia y hacía de esta una fecha muy especial. Hoy 25 de diciembre nuestra familia se ha unido para rendirle tributo, decirle que siempre estará presente en nuestras vidas y que seguiremos adelante para hacer más grande el legado y dejar siempre en alto a su Jaén milenario”, sostiene.

Invoca a las diferentes familias que se encuentren pasando por situaciones difíciles debido al virus, a que no pierdan la esperanza de salir airosos del mal, recomendándoles mucha disciplina, cuidado y fe, además de la unión y fortaleza que debe darle su entorno a una persona contagiada.

“El verdadero enemigo de las familias es el tiempo, nunca se detendrá, es por eso que tenemos que aprovechar cada segundo al lado de nuestros viejos, dejar de lado rencores, momentos malos que nos lastiman como familia. Siempre estén al lado de sus padres, recuerden que cada minuto a su lado es importante, el tiempo no retrocede, que tampoco lo haga el cariño que sentimos por nuestros familiares y hay que demostrarle siempre estando con vida, porque luego todo será más complicado”, puntualizó.

 

Juntos en el cielo

Luz de María Ocupa Cabrera, joven profesional del Derecho, perdió a sus padres a causa del virus. El primero en fallecer fue su papá Estanislao Ocupa Romero, el 22 de julio. Luego de una semana falleció su madre Celestina Cabrera Salazar. Profesor y chef, combinaron su tiempo y labores para formar a todos sus hijos profesionalmente. “Su amor fue tan inmenso, que no podían estar separados por mucho tiempo, y Dios los volvió a reunir en el cielo”, refiere su hija.

Para esta familia jaena los recuerdos de la pandemia son muy tristes, pero la Navidad les ha devuelto la esperanza y fe, debido a que la enseñanza de sus padres ha calado mucho en la unidad y fortaleza que se dan unos a otros ante la ausencia de los dos patriarcas de la familia.

Luz de María nos da a conocer que en las celebraciones navidades anteriores siempre lo han pasado en unión familiar, sus padres, hermanos y sobrinos, compartiendo momentos de alegría, entusiasmo y expectativa por el año que se iba y el que vendría; sin embargo, este año no han hecho las ausencias eran notorias, pero los recuerdos con amor y cariño calaron en toda la familia, debido a que la alegría, entusiasmo y familiaridad continúa entre todos, y si se sintió el vacío, se sintió aún más el amor infinito y las grandes enseñanzas que les dejaron papá y mamá.

“Su recuerdo sigue tan intacto y hemos seguido en memoria de ellos con la unión familiar que nos inculcaron a mis hermanos. Fue un año con muchos cambios para todos. La vida nos golpeó tan fuerte que jamás imaginamos perderlos a los dos a la misma vez y creo que muchos tampoco se esperaron perder a sus seres queridos, pero con la fe puesta en Dios estamos logrando salir adelante en muchos aspectos. Se nos adelantaron, pero en nuestro corazón guardamos la esperanza de volvernos a encontrar en algún momento, recordándolos con amor, como grandes seres humanos que nos dejaron lo mejor de ellos: sus valores y grandes enseñanzas, y como ellos lo hubiesen querido la unión familiar continúa y se ha fortalecido”, argumentó.

Sus familiares indican que sus padres se amaron tanto, que no pudieron estar separados por mucho tiempo y, ante el deceso del progenitor, el amor de su madre fue tan inmenso, que Dios los llevó casi juntos al paraíso, en donde, de seguro, continúan disfrutando de todo ese amor y paciencia que se tuvieron desde que se casaron muy jóvenes.

 

Chueco solidario

Pedro Vásquez Vega, abogado jaeno e hijo del conocido servidor de EsSalud, Pedro Hernando Vásquez Medina, quien falleció el 13 de julio, recuerda que todas las navidades se reunían en casa de sus padres para la cena de Nochebuena, era una tradición, a la cual asistían otros familiares también, por lo que este 2020 fue nostálgico para su familia, puesto que se fue el tronco de la familia, una persona muy querida por muchos en Jaén.

“En la Nochebuena, ver la silla principal de la mesa desocupada fue triste, ya que nuestro padre, el conocido Chueco Vásquez, ya no estaba con nosotros. Le rendimos un homenaje con unas palabras, como él siempre lo hacía en vida, destacando siempre su vocación de servicio e inquebrantable fe en el Señor de Huamantanga, patrón de Jaén, a donde llegó hace más de 40 años”, manifestó.

Recuerdan como la principal enseñanza de su padre: la perseverancia. Siempre les instó a seguir adelante, lograr todo lo que se propongan y cumplir las metas trazadas, como él siempre les decía “Hijo, eres un líder y excelente profesional, si se proponen ser los mejores, lo lograrán, es simple, mucho esfuerzo y dedicación. Siempre inculcándonos muchos valores que caracterizan a una buena persona, siendo solidarios y defendiendo las causas nobles y justas”, rememora.

“Este 2020 no sólo fue devastador para la familia Vásquez Vega, sino también para muchos familiares en Jaén, muchos perdieron a sus seres queridos por el terrible virus, se fueron muy buenos vecinos, amigos, profesionales, jóvenes. Fue triste este año, por lo que al finalizar el año debemos realizar un homenaje a todos ellos, grandes ciudadanos jaenos que ahora ya no están con nosotros”, concluyó.

 

Ingeniero fiscalizador

Marllory Barrantes Fernández, hija de Godofredo Barrantes Celis, ingeniero civil y político jaeno, que falleció el 17 de julio, entre lágrimas, manifiesta que esta Navidad ha sido totalmente diferente, puesto que su padre era la persona más entusiasta en estas épocas navideñas, encargándose desde temprano de todos los preparativos de la Nochebuena, por lo que su ausencia fue muy notoria.

“La verdad aun me duele lo de papá, no sé qué pasará más adelante, pero hoy todo es distinto. Este 2020 es un año muy difícil, no solo para mí, fue para todas las familias de Jaén. La verdad, perdimos a muchas familias, pero mi padre vive en mi corazón y será siempre mi mayor motivo de superación”, puntualizó.

Marllory recuerda a su padre como el ingeniero fiscalizador de las obras que ejecutaban los diversos alcaldes, pues su profesión y experiencia le daba las credenciales para velar por los intereses del pueblo. A más de uno denunció, quejó y cuestionó por proyectos civiles mal ejecutados, logrando en algunos casos las correcciones debidas y en otras ganándose serias enemistades con las autoridades de turno. 

Recuerda que su padre le recriminó cuando salió embarazada muy joven, pero luego, con un abrazo y un beso en su frente le dijo: “Hija, sí tu deseas, puedes salir adelante, incluso con tu bebé en brazos, pero tienes que proponerte ser mejor, ser profesional y lograr tus metas, solo así podrás tener un mejor futuro para ti y para tu hijita que esperas”.

Luego, Godofredo Barrantes se convirtió en el abuelo más consentidor y querendón, según su hija, lo que le motivó a seguir adelante y hoy continúa sus pasos en la ingeniería civil, habiéndole prometido en vida y en su lecho de muerte que será la profesional orgullosa que siempre quiso su padre.

“Siento la ausencia de mi padre, mi hijita pregunta cuando volverá el papá Godo y no sé qué contestarla, solo lloró y suspiro, aunque sé que desde el lugar donde se encuentre siempre nos cuida y nos guiará por el sendero del bien, estando junto con mis hermanos y mi madre luchando por seguir sus pasos y que siempre se sienta orgulloso de esta gran familia”, rememora.

 

¡No los despedimos!

Muchas de las familias que perdieron a sus seres queridos durante los picos más altos de la pandemia, no solo se quedaron con la orfandad de su ser querido, sino que desde que lo internaron en el hospital nunca más los pudieron volver a ver, debido a los estrictos protocolos que se establecieron, no pudiendo despedirlos como se merecían, con los homenajes, tradiciones y costumbres propias de nuestra tierra, en donde mínimamente se les vela por tres días, en las diversas viviendas donde habitó y fue feliz, incluso con actividades festivas que gustaban al ser querido.

“La última vez que lo vimos fue cuando lo sacaron de la casa en una capsula y con estrictos protocolos, por su mal estado ni siquiera nos levantaron la mano en señal de despedida. Durante los días que estuvo internado, solo nos llamaban a informarnos que su salud seguía muy delicada y nos adelantaban que nos preparemos para lo peor. Era todo muy incierto, esperábamos la llamada fatal en cualquier momento, hasta que llegaba y con ello una peor desventura, la muerte había vencido a nuestro familiar y el dolor se acrecentaba. Hubiésemos querido ir a abrazarlos, despedirlos y decirles cuanto lo queríamos y que nunca lo olvidaremos, pero no se podía, no se podía”, solloza Marllory Barrantes.

Luego de unos trámites en el hospital, con la funeraria y los responsables del camposanto, la familia entraba en otro dilema: solo tres familiares podían asistir a ver el momento en que sepultaban al ser querido, de una distancia de 50 metros, lo que hacía aún más penosa la despedida. Algunos incluso, no podían creer o no creen hasta hoy el triste final de sus familiares.

“No pude despedir a mi padre. Falleció en el hospital de Chiclayo, hasta donde lo llevaron muy grave desde Jaén. Luego, lo sacaron y sepultaron en las fosas comunes que se establecieron en esa ciudad. No pudimos estar allá, porque yo y dos familiares más nos contagiamos y nuestra salud era muy delicada. Nos decaímos mucho más, incluso todos pensábamos en morir, fueron momentos muy duros, que a pocos lo estamos intentando superar. No despedimos al Chueco Vásquez como se merecía. Estamos gestionando su exhumación y trasladarlo a su tierra natal Nueva Arica (Chiclayo) o a Jaén, para visitarlo y recordarle cuando lo amamos y extrañamos”, rememora Pedro Vásquez.

 

Concluimos esta nota, con lágrimas en los ojos y el corazón queriendo salir de su casilla, hay mucha tristeza que nos embarga por tan irreparables pérdidas que nos dejó la pandemia en la provincia de Jaén, pero nos reconfortan las sabias enseñanzas que dejaron cada una de las personas que se nos fueron: en sus familias, en sus amigos y en todos los jaenos.

 

¡Feliz Navidad, hasta el cielo!


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